domingo, 18 de agosto de 2013

El lector de tabaquería: una tradición cubana

 

En Cuba la tradición de leer en voz alta en las fábricas de tabaco a operarias y operarios se convirtió en un hábito social. Esta tradición comenzó en 1865. Saturnino Martínez, fumador consumado, periodista y poeta publicó en esa fecha el periódico La Aurora, publicación de avanzada para la clase obrera que sirvió para ilustrar a la capa social de los trabajadores del tabaco principalmente, y tuvo la brillante y altruista idea de utilizar lectores durante la jornada laboral. Así, en la fábrica El Fígaro se dio inicio a la lectura en tabaquerías cubanas, costumbre que ha seguido hasta el día de hoy. Muchas veces estas lecturas eran consideradas subversivas porque la isla vivía bajo el régimen colonial español que vio su fin en 1898. Sin embargo, estas lecturas clandestinas fueron el mayor fermento nutricio de los obreros, además de que constituían un entretenimiento nada banal pues se leían en dichas tertulias obras de Víctor Hugo, como Los Miserables; de Alejandro Dumas como El Conde de Montecristo, que dicho sea de paso, bautizó una de las marcas más populares; de William Shakespeare, cuya obra Romeo y Julieta también sirvió como marca a otro habano muy codiciado en el mundo; de Balzac y Stendhal, de Edgar Allan Poe y Herman Melville y de muchos de los más notables escritores españoles, cubanos y latinoamericanos así como la imprescindible lectura de la prensa diaria.
 
 
Es notable hoy, y lo fue ayer, la capacidad que estos trabajadores pueden mostrar repitiendo de memoria capítulos de obras clásicas de prosa y de poesía. Quiero recordar que los discursos patrióticos del poeta nacional de Cuba y héroe de la independencia frente a España, José Martí, fueron leídos en voz alta en las tabaquerías de Tampa y Cayo Hueso a los tabaqueros que vivían exiliados en esas ciudades norteamericanas. La lectura de estos discursos que Martí pronunció en esos centros de trabajo le hicieron comentar a su regreso a Nueva York que los tabaqueros eran incondicionales aliados de la causa de la libertad de la isla.
 
La actividad del torcedor de tabaco no cesa ni aun en los momentos finales de la lectura. Con la chaveta o cuchilla curva, que es el utensilio ideal para cortar la hoja y luego enrollarla, golpean en la mesa de madera en señal de agradecimiento al lector que le ha proporcionado, sin duda, horas de gran placer y aventuras, y para rechazar al lector si no convence o si ha escogido una obra de poco interés, las tiran al piso en señal de desaprobación. Muchos de estos trabajadores inducidos por la lectura se decidieron, en épocas de difícil acceso a la escuela a aprender a leer y a escribir lo que hizo posible que esta capa social fuera la más capacitada del país.
 
 
El oficio del lector era y es sagrado. Sigue una disciplina rigurosa y como dice Araceli Tinajero en su libro El lector de tabaquería "los talleres siguieron el modelo conventual de elaborar una serie de reglas de conducta donde se enumeraban las horas de entrada, de salida a las actividades regulares, el silencio, el respeto y las buenas costumbres. Por ejemplo, los artesanos tenían que lavarse las manos en la mañana, hacer la señal de la cruz, ofrecerle su trabajo a Dios por medio de una plegaria y después comenzaban a trabajar".
 
El Consejo Nacional de Patrimonio de Cuba incluyó la lectura de tabaquería en Patrimonio Cultural, reconociendo así la singularidad de esta tradición que no existe en ninguna otra parte del mundo.

Cuba aspira también a que el oficio del lector en las fábricas de tabaco sea incluido por la Unesco en su lista de Patrimonio Intangible de la Humanidad, por su originalidad y porque ha salvaguardado un tesoro de la memoria viva de una colectividad sui géneris.
 
Los libros, es sabido, no piensan por nosotros sino que nos enseñan a pensar y a soñar. Son como escribió el poeta norteamericano Walt Whitman, "diminutos barcos fletados desde la antigüedad, en ellos hemos viajado entre aguas quietas y turbulentas para enfrentar todo tipo de aventuras".

 
 
Los tabaqueros cubanos lo han sabido siempre, y con la lectura de las obras de los grandes autores han logrado seguramente una calidad más alta y refinada del tabaco. Concentrados en una novela, un poema o un simple anuncio clasificado, no miran al lector nunca sino que le imprimen a la hoja esa pasión por lo que escuchan, por las aventuras que viven y los sueños que sueñan para que el placer de los que hacen arder la hoja se convierta en éxtasis supremo. Y recuerde, querido aficionado, cuando usted crea que su tabaco ya le ha complacido lo suficiente, no lo apague en el cenicero, no lo humille, déjelo morir, lenta y dignamente.

Fuente: Granma.com



Libro recomendado:

 
En este bien documentado y ameno libro, la investigadora mexicana Araceli Tinajero nos entrega la historia y el retrato de una de las figuras más distintivas de la cultura cubana, el lector de tabaquería, que surge en la encrucijada de importantes prácticas sociales, políticas y literarias. El lector de tabaquería: Historia de una tradición cubana recibió Mención Honorífica en la categoría de ensayo histórico-social del Premio Casa de las Américas 2006


 

 

viernes, 16 de agosto de 2013

Punch estrena Edición Limitada

 
 
Punch es una de las marcas de Habanos más antiguas, fundada a mediados del siglo XIX por Don Manuel López de Juan Valle. Punch, cuyo nombre, proviene de una publicación humorística que estaba de moda en ese tiempo, continúa apareciendo en caricatura en cada una de las cajas de la marca con su Habano en la mano, rodeado de imágenes del siglo XIX que muestran la fabricación manual de los Habanos, y que son prácticamente iguales a las que en nuestros días se pueden apreciar en las Fábricas de Cuba.
 
Esta es la primera vez que la marca de Habanos Punch cuenta con una Edición Limitada. Punch Serie D’Oro No. 2 (cepo 52 por 140 mm de largo) es la vitola seleccionada de manera especial para esta Edición Limitada 2013. Estos 25 Habanos figurados –puntiagudos en uno de sus extremos- se han elaborado Totalmente a Mano, tras una exquisita selección de las hojas de capa, tripa y capote, de las vegas de Vuelta Abajo* (D.O.P) añejadas durante no menos de 2 años.
 
 
Esta Edición Limitada 2013 se ha producido, en cantidades muy reducidas. Los Habanos fueron elaborados por los torcedores más experimentados de Cuba para satisfacer el gusto de los fumadores más exigentes.
 
Punch Serie D’Oro No. 2, con el característico sabor aromático de la marca y con una fortaleza media, se presenta en Cajón Habilitado con Broche (CBB) de 25 unidades, y su llegada a todos los puntos de venta de todo el mundo está prevista para las próximas semanas de forma progresiva.
 
 
 
 
Las Ediciones Limitadas de Habanos* son muy apreciadas y esperadas todos los años por los aficionados alrededor del mundo. Se caracterizan porque sus vitolas no aparecen en la gama habitual del portafolio de la marca y se distinguen por una cuidadosa selección de sus hojas -capa, tripa y capote- las cuales han sido añejadas durante un período no menor a 2 años. La capa que viste estos Habanos, procedente de los pisos foliares superiores de la planta de Tabaco Tapado, es otra de las características que los identifican, pues suele ser más ligeramente oscura que la capa de las vitolas de la gama permanente de la marca.
Las Ediciones Limitadas se elaboran con las mejores hojas de tabacos de Vuelta Abajo* (D.O.P) Cuba.