Debe estar entre los
tabacos más raros del mundo y es evidente que se gana el puesto por su forma.
En la mano, el Culebras se ve extraño, horrible, como si estuvieras fumando un
puro maltratado en extremo.
Feo y todo, este habano
singular de la famosa fábrica del 520 de la calle Industria ofrece una fumada
que sorprende: sabrosa, aromática y reconfortante. Y así como lo ves, como si
se tratara de un largo gusano retorciéndose, presenta un tiro y una construcción
impecable.
Sobre el Culebras se
dicen unas cuantas cosas. Ha ganado terreno la creencia de que se trata de un
puro para compartir con amigos sencillamente porque es un 3 en 1.
En realidad es un
formato muy antiguo en el vitolario de la isla y su existencia se debe a
intenciones menos amistosas. Dicta la tradición que los torcedores tienen
derecho a fumar –o a quedarse con- tres tabacos durante su jornada de trabajo.
La costumbre, justa por demás, generó en el patrón la gran duda: cómo saber
quién está fumando más de la cuenta, cómo llevar el control.
Alguien ideó un
sistema: al llegar, cada torcedor debía confeccionar sus tres tabacos y
entrelazarlos de esta manera, de modo que si a lo largo del día alguien
aparecía fumando un puro de elegantes líneas rectas, quedaba claro que había
superado el límite de la cortesía y le tocaba pagarlo de su bolsillo.
Esa, con algunas
imprecisiones quizás, es la verdadera historia del Culebras.
En 2007 la casa
Partagás decidió retomar la curiosa vitola -como exclusividad de los locales de
La Casa del Habano- que además tenía una bien ganada fama: si esos eran los
cigarros que fumaban los trabajadores de la fábrica, por fuerza tenían que
contarse entre los mejores.
Feo y sabroso, el
Culebras -146 milímetros, cepo 39- obsequia un momento pleno y satisfactorio.
De fortaleza media, es un habano que va ganando en sabores y en notas picantes
a medida que se avanza por sus curvas.
Por desgracia, este
cigarro se encuentra descontinuado desde 2011
Extraído de
Vitolario
Fotos personales
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